03 noviembre, 2016

Una pequeña actividad me llevo a una gran reflexión.


   Bueno en clases, tuvimos un tema inicial con la frase: “Todo el mundo tiene un precio”. Se debatió, desde el concepto que cada uno visualizaba en él.

    Muchos concordaban con su pensar y tenían sentido, pero una sola opinión hizo que todos empezaran a dialogar con respecto a la frase. Muchos decían sobre la autoestima de cada quien y otros del valor monetario. Se hicieron múltiples ejemplos como el que si te pagaban cien millones de dólares, ¿te cortarías el pelo y te mutilarías la mano? Todos respondían que no, pero lo analizaban. Y se llegó a un ejemplo que decía ¿si colocamos una bomba en Haití y te pagáramos lo harías? La mayoría pensó en todos los seres humanos, pero solo dos personas dijeron que si, y se llegó a una discusión a tal grado que se mandaron a callar unos con otros.

  Desde ese momento la profesora se puso a sacar otra frase: “El odio es como tomar veneno y esperar que el otro muera”. Fue en ese momento en que todos se calmaron y decidieron canalizar todo y disculparse y respetarse. 

  Para mí, lo de esa clase en específico, me dio varias lecciones muy importantes una es que hay que pensar, pero nunca aceptar por dinero algo que a la larga te puede crecer, pero que a su vez jamás recuperaras de nuevo. Otra que teníamos que pensar muy bien lo que decidimos, porque a veces tomamos decisiones sin importar los demás, ni que consecuencias conllevan y por último que sin importar los frustrados, cansados, obstinados o molestos que estemos; jamás debemos responder con agresividad y que tenemos que respetarnos más, para estar en armonía con todos.

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